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7ma. Maratón Internacional "Ciudad de Buenos Aires"
(4-Nov-2007)
Por Carlos "Charly" Zavaleta

"Charly" Zavaleta en un tramo de los 42k de Buenos Aires

Esta maratón me hizo reflexionar mucho. Lo más difícil de superar fueron los nervios, que se manifestaban con el intenso dolor de estómago el viernes a la noche y el día anterior a la carrera en el que no pude dormir. A tal punto de cuestionarme lo que estaba haciendo, si fue una buena decisión o no participar, teniendo en cuenta el alto costo que significaba participar de dicha competencia, además de tener una presión de mejorar el tiempo anterior. Luis Ignes también sentía dolor de cabeza, según él por los nervios. Los demás estaban muy tranquilos y confiados.
A horas de la carrera y sin haber podido pegar un ojo me seguía sintiendo mal del estómago, y el té que tomé no parecía haberme mejorado mucho.
Hacía frío para mi, unos 20 grados, y al trasladarnos a la partida observaba la autopista por la que recorreríamos los primeros 15 km . Algo que me jugaba en contra, pensar en la distancia. Faltando una hora mi mente no se ponía de acuerdo sobre si largar o no, dado mi dolor, nervios, etc. Pero cuando tuve que decidir y sin darme cuenta, comencé a quitarme el exceso de ropa y a prepararme para la maratón. La suerte estaba echada, no había vuelta atrás.
Extrañamente, cuando más se aproximaba la hora de largar más ganas tenía de salir, y cada vez más me acercaba al arco de largada, para no perder tiempo esperando a los competidores de adelante.
Cuando fueron las 7:30 exactamente se largó la prueba, el primer kilómetro, a la fuerza fue muy lento, hasta que se descomprimió un poco por la gran cantidad de competidores.
Mi estrategia hasta ese momento fue de hacer los primeros 21 Km . en 1:50 minutos y en 160 pulsaciones y los segundos 21 Km . en 1:40 y hasta 180 pulsaciones.
Recuerdo que el año pasado me acompañaron hasta el Km. 21 Fernando Jalil, Jorge Brizuela, Jesús Maza y Diego Maidana, y que pasamos el arco en 2:20, inmediatamente después mi entrenador me dio rienda suelta para que busque mi propio tiempo, lo que salió fueron unas 2 horas, completando la maratón en 4:18 (aunque ahora los resultados aparecen como 4:15, por lo que no se cuál es el tiempo real).
Los primeros kilómetros fueron los más fáciles y entretenidos, transitando las calles de Buenos Aires a un buen ritmo, y observando los grandes edificios, y cómo la ciudad parecía detenerse para ver pasar a los corredores. Me llamó la atención un hombre mayor, de entre 40 y 44 años que tenía un buen ritmo, y decidí seguir al ritmo de él. Pasaron los 21 Km . y el reloj marcaba 1:38, es decir unos 12 minutos menos de lo que había planeado, aunque no pude respetar las pulsaciones con el máximo de 160, mi cuerpo y mis ganas querían ir a un ritmo en el que las pulsaciones subían hasta 174, la emoción le ganaba a la razón.
Le comentaba el resultado del año pasado y me decía que estaba haciendo un buen tiempo, aunque también me dijo que la carrera comenzaba a los 30 Km . (llamada también la barrera), y eso creo que hizo un efecto psicológico en mi, perdiendo un poco de confianza y también de ilusiones.
La barrera es un antes y un después en un maratón, la teoría dice que alrededor de los 30 Km . el organismo termina de consumir todas las reservas de energía, por lo que el corredor sigue con sus propias “ganas”, esto hace que el organismo comience a consumir músculos.
Esta vez la barrera para mi llegó a los 27 Km ., viendo cómo este señor seguía con su ritmo y yo decidía ir más lento, mientras que en el año pasado la barrera comenzó a los 35 Km ., debido a una primera parte más conservadora.
En esta parte decido cambiar de nuevo mi estrategia, calculando recorrer los Km. restantes en 2 horas, a ritmo de entrenamiento.
Esta vez paré unas 3 veces y me di el gusto de comer fruta y Gatorade, y de elongar un poco en la primera parada.
Veía como pasaba “la maza” de atletas a un ritmo mucho mayor que el mío. Ya en los últimos kilómetros, y después de un ritmo inconstante y de algunas paradas logro terminar los últimos 2 Km . 195 metros sin parar, y estos últimos kilómetros se los dedico a Dios y a su hijo Jesucristo, los que me dieron la fuerza para completar la carrera.
Luego me encuentro con Luis Ignes, esta vez los dolores fueron menores con respecto al año pasado. Luego llegaron los demás “Mayuatos”.
Las 2 semanas siguientes sentí cambios en mi estado de ánimo, y la necesidad de dormir y mucho.
Definitivamente el correr una maratón no es una cosa sencilla, o quizás el correrla puede no ser tan difícil, pero al menos en mi caso, me afectó a tal punto de reflexionar y mucho en lo que estoy haciendo y si debería seguir haciéndolo.

Texto extraído de "Aventura Máxima"

 

 
 
     
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